Entre los pueblos de Artieta y Berrandúlez, localizados en el sector oriental del Valle de Mena, discurre un pequeño camino transitado desde, al menos, el s. XV hasta el s. XIX por los arrieros de estos pueblos que, acompañados de sus recuas, se dedicaban a la compraventa, transporte y redistribución de cereales, vino, calderas de cobre y otros productos, entre los pueblos del valle, las villas cantábricas de Balmaseda, Bilbao o Laredo, y las de La Rioja.


ITINERARIO:


Partimos de la bolera de Artieta, y seguimos el camino que continúa de frente en dirección Berrandúlez.
Pasadas las últimas casas de Artieta, a la izquierda del camino, encontramos un lavadero y una fuente de agua potable. Continuamos por el mismo camino, sin tomar ningún desvío, y llegamos hasta una cancela que cierra el camino; la abriremos para continuar nuestra marcha y dejaremos cerrada después ya que sirve de barrera para el ganado que pasta en esta zona.
En pocos minutos, alcanzamos la entrada de Berrandúlez, flanqueada por dos muretes de losetas bastante regulares y dispuestas a hueso, ésto es, sin mortero.


En Artieta, casonas blasonadas de gran porte pertenecientes a los siglos XVIII-XIX y construidas por indianos enriquecidos.
Algunas de estas casas, evocan una arquitectura de carácter señorial de época medieval mientras que otros ejemplos, basados en la casa cúbica menesa, incorporan elementos propios de las corrientes estilísticas de época neoclásica.
Aunque morfológicamente muchas de estas construcciones responden al modelo autóctono de la casa cúbica, tipología que responde a una orientación económica determinada y a las condiciones climatológicas características de estas latitudes, en todos los casos se trata de edificaciones cuyo uso es principalmente residencial, obviando la integración de los espacios humano y animal existente en el modelo primigenio de casa cúbica; bolera, fuente y lavadero de finales del s. XIX - comienzos del s. XX.
En Berrandúlez, casas cúbicas (casa tradicional del Valle de Mena) de los siglos XVIII-XIX cuyas delanteras presentan empedrados realizados en los siglos citados.
Es especialmente significativa la evolución experimentada por este pueblo en el transcurso de los siglos XIX- XX hacia una economía exclusivamente ganadera, hecho que queda reflejado en las casas, donde se observa una integración del espacio humano y el destinado a los animales, en las cabañas con patines anejos para el ganado y en el propio paisaje agrario que ofrece el pueblo.

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